lunes, 2 de agosto de 2010

VIVIR SOBRE LA CUERDA FLOJA

“Le llevo este libro a mi oncóloga, porque dice que mi caso es un milagro del cielo; tenía tumores cancerígenos en el intestino, hígado y estómago. Una quimioterapia me había obstruido la tráquea, pero Dios me sacó de la tumba, y mi doctora es testigo. Ella tiene que leer este libro”, decía Celia Britez en la una de las presentaciones de Ángeles en tus tumbas.

Siendo un niña de tan sólo tres años, tomaba pequeños sorbos de whisky, los escupía y volvía a pedir más. Era la quinta de una familia humilde de 11 hermanos, de un barrio de Montevideo.

A los 12, aprendió a inyectarse en el baño de un colegio junto a otra compañera; a los 16 se trasladó a Buenos Aires donde llegó el amor y la delincuencia, un camino compartido hasta que la cárcel frenó esa carrera; la violencia fue su lenguaje y expresión donde fuera que vaya.

La salud se fue deteriorando y al HIV se le sumó una metástasis que parecía declarar el fin. Celia escuchó hablar de Dios en un pic-nic y allí descubrió que nunca más volvería a estar sola. En las sucesivas operaciones, Jesús estaba con ella. De a poco, las drogas se alejaron de su camino y la violencia menguó.

Hoy, si bien sigue en el camino de la recuperación y con la guardia en alto, cambió las armas humanas por la confianza en ese Dios. “Yo siempre estuve caminando sobre la cuerda floja, peleando contra todos porque no entendía la injusticia de vivir lo que me había tocado”, dice Celia, quien ahora sabe que hay esperanza, que se puede salir de una noche larga y -lo más importante- que siempre hubo, hay y habrá ángeles en sus tumbas.

“Cada tumba puede transformarse en un milagro”, dice Guillermo Prein en el libro. Y, al igual que Celia, miles encontraron en sus páginas el aliento para soñar en medio de la crisis y atravesar sus valles de lágrimas para transformarlos en senderos de felicidad.

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